Por Jhormen Lorena Orejuela
Estar en el presente, tan sencillo que se escucha, pero en últimas es una gran maestría a desarrollar que nos lleva toda la vida. Estos tiempos tan compulsivos, tan confusos, tan llenos de información que informa, pero que es muy poca la que forma, satura de una manera nuestro banco de memoria que terminamos a merced del agotamiento continuo, volcando nuestra existencia a ser sobrellevada desde el piloto automático. Es un conjuro de emocionalidades que exacerban al máximo nuestro instinto de supervivencia, en un juego en el que cada día las personas corren el riesgo de perderse del arte de ser conscientes del vivir plenamente.
La palabra “presente” viene del latín praesens – praesentis, algunos significados de la misma: Que está delante o en presencia de alguien, obsequio, regalo que alguien da a otra persona en señal de reconocimiento o de afecto. El arte de ser conscientes del vivir plenamente inicia por contemplar la vida cada día, tan solo un día a la vez de una forma tan sencilla: ¡estar presente en ella y nada más!
Me siento honrada de mis 48 años y recuerdo con maravilla…cuando jugaba en mis 5 años en el solar de la casa de mi abuela, lugar que aún para privilegio mío existe y al cual le debo momentos de mi niñez, que se avivan como agradables acuarelas impregnadas por las múltiples vivencias de disfrutar estar en el presente, contemplando las matas del patio, los árboles frutales de naranja, mango y anón, la visita del juego de las mariposas de colores amarillos, azules, naranjas con manchas oscuras, qué majestuoso, es tan espléndida la magia de esta dulce evocación, que en el momento en que rememoro estas líneas del pasado, se despierta mi sentido olfativo y me conecta con el aroma del mirto y de las flores del naranjo dulce junto con el jazmín, estoy totalmente segura que todo esto es lo que en esta nueva versión de mí misma, me ha inspirado para profundizar en el mundo de la aromaterapia energética.
Lo he mencionado anteriormente y lo reitero ahora, que me apasiona la Neurociencia, por ello, resalto desde su valiosa perspectiva, la cual identifica como la experiencia de “estar en el presente”, está relacionada con la capacidad de llegar a enfocar la atención en el momento actual, evitando que la mente empiece a divagar y a distraerse con pensamientos del pasado o del futuro. El escritor, conferencista, investigador y autor de varios libros de los cuales disfruto de sus enseñanzas y grandes aportes, Joe Dispenza habla sobre la importancia de aprender a estar en el presente, para transformar nuestra realidad. Explica que nuestro cerebro es mayormente producto del pasado y que nuestras experiencias y aprendizajes, se almacenan en forma de conexiones sinápticas. Sin embargo, podemos cambiar el cerebro y la realidad, al ubicarnos en tiempo real en el presente, dejando ir los patrones del pasado.
Para hacer lo anterior un poco más sencillo, lo ejemplifico de la siguiente manera, “Es una persona que se quejaba de dar con lugares o entornos de trabajo tóxicos e injustos de donde salía muy mal librada, eran como historias que parecerían trazadas bajo un guion en el cual el desenlace era muy similar, esta persona terminaba por renunciar e irse agotada de tales contextos hostiles, pero al poco tiempo, o retornaba al mismo sitio o llegaba a uno nuevo, pero conservando la misma dinámica que le recordaba sus anteriores lugares de trabajo, que en el pasado le generaron desgaste y estrés emocional grave. Este ejemplo se puede llevar al caso de aquella historia de amor en la cual él o ella, termina una relación por diferentes motivos, se dan una nueva oportunidad con otras personas y se repite el mismo patrón relacional afectivo tóxico de pareja, pero con alguien diferente, que en últimas no es ni tan diferente.
Son ejemplos de nuestra cotidianidad, que los hemos vivido o que lo han vivido otras personas, pero que muestra como es una forma del cerebro de anclarse en el pasado. Cuando se habla de conexiones sinápticas es la comunicación que surge entre neurona y neurona, estas redes se fortalecen con la repetición, de tal manera que nuestros patrones de pensamientos se vuelven automáticos y son tan complejos de poder cambiar. El cerebro y sus funciones está diseñado para aprender y adaptarse, sin embargo, hay una tendencia a repetir lo ya conocido, a regresar a los antiguos aprendizajes del pasado y esto la mayoría de veces se hace de manera inconsciente. Nuestro cerebro según Dispenza está programado para buscar patrones y rutinas similares predecibles, (la famosa zona de comodidad o de confort), lo que conduce a que las personas se sientan “paralizadas” en un ciclo de pensamientos y comportamientos negativos.
¿Es posible que se pueda romper con ese tipo de programación?, sí, es posible. Sí se puede cambiar ese condicionamiento cerebral, dándole un vuelco a nuestra realidad e instalarnos el presente, siendo conscientes de estas programaciones del pasado. ¿Es fácil hacerlo? Fácil, no te voy a vender humo, NO es fácil, es un desafío, el cambio de dejar de ser uno mismo (a), es todo un nuevo nacimiento que requiere el quiebre del yo del pasado por un yo mas presente, que viva mas en el aquí y el ahora…y que implica en parte, esto:
- Desarrollar un estado mental y emocional basado en la atención de todos los sentidos, ubicada en el momento actual, sin distracciones del pasado o del futuro. Vivir de verdad, experiencias enriquecedoras arraigadas en la práctica de la atención plena, la meditación, la oración, el agradecimiento, el disfrutar de la vida con las cosas más sencillas, ayudan a fortalecer las conexiones neuronales de las áreas cerebrales, que intervienen en el aprendizaje, la regulación y gestión emocional, esto se traduce en los beneficios para la salud integral que trae “estar en el presente”.
De mi experiencia, cuando se identificó y diagnóstica el cáncer pulmonar con compromiso metastásico en algunas zonas óseas, que llevaba a un pronóstico médico con pocas probabilidades de vida, sin poder respirar, en condiciones de oxigenodepedencia, con ataques de pánico, ansiedad y depresión, conté con el respaldo de un equipo de profesionales terapeutas de cuidado paliativo, quienes de forma creativa y paciente empezaron su intervención para que pudiera yo estar más en el presente, lo cual fue todo un reto para Dianita, Tatiana, Luisa y sobre todo Ana María Bedoya, quién con su entrega y pasión me tomaba de la mano para que no desistiera en los momentos más difíciles en que yo pensaba que no iba a poder más.
El sumar, restar, colorear dibujos y mándalas, tejer, moverme de poco en poco, fueron mi escape a todos esos estados traumáticos de intenso miedo. Cuando tejía, me centraba en lo que hacía y poco a poco empecé a lograr respirar con la boca cerrada, porque debido al estado de disnea avanzado no podía tener una respiración normalmente sana con la boca cerrada. Hoy después de todo este tiempo puedo decirlo de una forma sencilla como lo es mi vida en la actualidad, cuando me preguntan ¿Jhormen y cómo estás? Mi respuesta es la siguiente: ¡Gracias a Dios, excelente, viviendo un día a la vez y disfrutando del presente, del sólo por hoy!…
La autora . Jhormen Lorena Orejuela; Psicóloga especializada y coach profesional en Neurociencias certificada
El Rincón del Alma para ABC Noticias
