Cuando se habló del proceso de paz con un grupo armado deliberante desde hace muchos años, así como la firma del mismo con el gobierno del ex presidente Juan Manuel Santos, que le valió la obtención del “Premio Nóbel de la Paz”, las comunidades del departamento del Cauca estuvieron convencidas de que la tan esperada tranquilidad había llegado a los territorios. En Corinto, Tacueyó, Toribío, Buenos Aires ya los niños de las escuelas dejarían de escuchar las bala de los fusiles y las explosiones a cualquier hora del día pasarían a la historia.

La realidad es otra, no pasó ni un lustro para que se recrudeciera la guerra en el norte del Cauca otras zonas del departamento, volvió la violencia armada, el miedo, el sonar de los fusiles y las explosiones en la zona urbana y rural de pueblos pobres en donde las oportunidades de empleo son pocas, no hay inversión privada y los recursos del Estado no alcanzan para cumplir a cabalidad las necesidades insatisfechas de la comunidad. Indios, blancos y negros que habitan en la región sufren los rigores de una guerra que no les pertenece.

Muchos empresarios que desde hace varios años se han establecido en la región, y los que llegaron con la famosa “Ley Paez”, que han sido los principales generadores de empleo y que con sus impuestos han logrado que se desarrollen obras en municipios como Guachené, Caloto, Villa Rica y Santander de Quilichao han amenazado con irse de la región debido a la situación que se tiene de orden público. Lo que aumentaría los problemas sociales de esta zona del departamento.

A todo lo anterior se le suma la problemática que se tiene en Guachené que no ha tenido solución por los enfrentamientos de pandillas entre sí y con la fuerza pública, a pesar de que se han fomentado diálogos, acercamiento y buenos oficios por parte de la Administración Municipal y la Gobernación para que se recupere la tranquilidad y sana convivencia no se ha logrado.

Los alcaldes están prácticamente solos con los conflictos de orden público y la cantidad de policías no alcanzan para cubrir la seguridad de todo el territorio, el Ejército llega y hace bien su tarea pero cuando se retira vuelven las alteraciones del orden público, y también ha sido atacado.
Ya es hora de que el Gobierno Nacional le ponga más atención al Cauca, más aun cuando fue el departamento que más apoyó la llegada del Presidente Gustavo Petro Urrego a la Casa de Nariño, a lo que se le suma que es la tierra de la vice Presidenta Francia Márquez y con la presencia de un Ministro e importantes cargos en el alto gobierno de funcionarios que deberían de estar haciendo gestión para que el Cauca logre la paz, no solo con el aumento de la fuerza pública, también con inversión social, generación de empleo y mejoramiento de la calidad de vida de un pueblo que ya quiere vivir en paz y no merecer seguir enterrando a sus propios hijos en una guerra que nunca ha tenido justificación alguna en los territorios. Y se debe apoyar más al campesino para que se puedan sustituir los cultivos ilícitos pero garantizándoles una buena calidad de vida.

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